jueves, 19 de abril de 2012

Atrapado.

Hace algunos meses que me siento atrapado, atrapado por la vida dentro del trabajo. No tengo un trabajo difícil, ni serio, ni ocupado. Soy un eslabón mas. Un roto eslabón de la maquinaria del estado. Soy la compra joven, la promesa de un lugar que no va ni para atrás ni para adelante. Un estanque de peces gordos del jardín japones. Tengo "bienestar", tranquilidad, obra social, días por estudio y por motivos personales. Tengo sparkling, mate y alguna eventual cerveza en el bar abierto de la esquina. tengo cobre en el bolsillo, seguridad de futuro y un puesto que se paga. tengo internet, un monitor grande y una computadora que se deja usar. tengo impresora láser para imprimir lo que yo quiera. Pero me andan faltando desafíos, luchas, vitores y parlantes.
Le falta música, ritmo, sonido en la mejor acepción de la palabra. Siento que me descascaro con el edificio podrido y gris. Siento que me voy convirtiendo en un ladrillo. La falta de luz de una ventana me apaga las pupilas. tengo unas ganas locas de mandar todo a la mierda. Todo lo que se refiere a este trabajo. Todo eso y no se porque no lo hago.

Es que se van pasando los días y suben los sueldos y bajan las persianas y yo sigo acá creyendo que me voy, soñando que me voy al fin de este escritorio. A patear la calle. a leer la calle. Tengo un aspa creativa, una hélice de ideas que tiran un viento helado. Tengo tiempo y el tiempo me hace pensar en cosas raras. Estoy pensando seriamente en irme, en irme lejos. Lejos pero cerca. Cerca de mi casa.

Ya llegan los días de cambio, lo siento en algún lado. Ya va a llegar y voy a ser el hombr emas feliz del mundo, con menos plata en bolsillo y mas caminos por delante. Está llegando, lo siento que la llega.

jueves, 26 de enero de 2012

La luz del pueblo.

Le han puesto el alma al pueblo, una sola luz de noche. En medio del cruce de las dos calles que miran al cielo con sus caras de tierra roja. Bichos, miles de bichos alrededor de la lampara fría. A lo lejos perros, viento, tierra, luna.

La luz se apaga cuando se aleja uno del cruce de las cuadras. El alma se apaga cuando uno se aleja. El alma se apaga y un escalofrió sube por la venas. Se escuchan pasos, risas, rezos y no se ve nada. Nada.

Cuando los ojos se acostumbran se siente el olor, casi, de la luna. Una luna grande de pampa. Amarilla, serena... Crujen las ramas, el viento lame el pasto negro de la noche. Y se escucha como se mueven la nubes. Como se quedan quietos los pájaros, te juro que se escucha.

La luz blanca, pálida fría de la luna es la única compañera de los que se aventuran a los pastizales de lejos. De lejos los llamamos acá en el pueblo. Acá hablamos de lejos, de ainda, de aijuna y de la luz mala. No tenemos otra cosa de que hablar, eso y tomar la caña de Salvador, el salvador de las noches largas. Acá se habla de aparecidos, de espíritus y de nada... de como la nada se va comiendo todo. De como el silencio se va comiendo todo. El silencio puede ser agradable y terrible, hay días que no se soporta escucharlo solo al viento. Ni un pájaro, ni un perro ladra. Sabés como se te arruga el ojete en medio de la noche lejos de la única luz del pueblo. Sabés?... Nah que vas a saber vos que vivís escuchando el ruido del basurero allá en retiro, que vas a saber vos.

Del silencio? En la ciudad? lo sé todo...