jueves, 26 de enero de 2012

La luz del pueblo.

Le han puesto el alma al pueblo, una sola luz de noche. En medio del cruce de las dos calles que miran al cielo con sus caras de tierra roja. Bichos, miles de bichos alrededor de la lampara fría. A lo lejos perros, viento, tierra, luna.

La luz se apaga cuando se aleja uno del cruce de las cuadras. El alma se apaga cuando uno se aleja. El alma se apaga y un escalofrió sube por la venas. Se escuchan pasos, risas, rezos y no se ve nada. Nada.

Cuando los ojos se acostumbran se siente el olor, casi, de la luna. Una luna grande de pampa. Amarilla, serena... Crujen las ramas, el viento lame el pasto negro de la noche. Y se escucha como se mueven la nubes. Como se quedan quietos los pájaros, te juro que se escucha.

La luz blanca, pálida fría de la luna es la única compañera de los que se aventuran a los pastizales de lejos. De lejos los llamamos acá en el pueblo. Acá hablamos de lejos, de ainda, de aijuna y de la luz mala. No tenemos otra cosa de que hablar, eso y tomar la caña de Salvador, el salvador de las noches largas. Acá se habla de aparecidos, de espíritus y de nada... de como la nada se va comiendo todo. De como el silencio se va comiendo todo. El silencio puede ser agradable y terrible, hay días que no se soporta escucharlo solo al viento. Ni un pájaro, ni un perro ladra. Sabés como se te arruga el ojete en medio de la noche lejos de la única luz del pueblo. Sabés?... Nah que vas a saber vos que vivís escuchando el ruido del basurero allá en retiro, que vas a saber vos.

Del silencio? En la ciudad? lo sé todo...